El Canto a Luís Pardo
Los Troveros Criollos
		  
		  
Vals Criollo del Perú
Luis Pardo o Andarita - Los Troveros Criollos
Letra y Música: Autor Anónimo
BANDIDOS Y LA MUSA POPULAR
		
Ven acá mi compañera, ven oh mi dulce andarita
			Tu sola, sola, solita, ven acá por vez primera.
Ven acá mi compañera 
			y en los campos desolados
junto de mi madre amada y de mi padre querido
			que era semejante al nido que aselaba en la enramada
Por eso 
			es que yo quiero al niño,
amo y respeto al anciano
Al indio que 
			es como mi hermano,
le doy todo mi cariño
Yo tengo el alma de 
			armiño, cuando veo que se explota
toda mi cólera brota y de tristeza 
			me indigno
cual una araña maligna, que hoy aplasto con mi bota.
			
Surge la pálida luna, sobre la noche serena
Y en los campos de 
			arena, se extiende como visión
Detrás de cada peñasco parece ver 
			a mi amada
que viene como escapada, en busca de su corazón.
			
Si me persiguen traidores, siempre fueron sin entrañas
sepan 
			también mis hazañas que no son sino rencores
¿Dónde están mis 
			defensores?
Ya para mí no hay clemencia
Nadie sufre, nadie llora
			Si han de matarme en buena hora
pero mátenme de frente.
Yo 
			soy señores Luis Pardo, el famoso bandolero.
			La musa popular, algunas veces, ha convertido en 
			leyenda a personajes perseguidos por la justicia, ya sea que éstos hayan 
			sido perseguidos justa o injustamente. Algunos de estos personajes, 
			especialmente los que se ganaron el apoyo y cariño del pueblo, han sido 
			posteriormente reivindicados por el pueblo que vio en ellos no un bandolero 
			sino un protector de los pobres y desamparados.
Se cuenta que 
			estos bandoleros antiguos, que se ganaron el cariño del pueblo, eran 
			una especie de tipos románticos por lo que los asaltados, que era la 
			gente rica, no tenían tanto temor por el dinero y riquezas que les puedan 
			robar, sino por que les roben sus mujeres. Es por ello que antiguamente 
			se solía escuchar:
			Bandido, facineroso
que robas por los caminos,
			róbame las arracadas,
no me robes el cariño..
			Una calle antigua de Lima llevaba el nombre de un 
			temido bandolero. Este personaje debió haber sido bastante célebre para 
			que haya logrado hacer que las autoridades, aunque más parece haya sido 
			el pueblo, le pongan su nombre a dos de las calles más concurridas de 
			nuestra ciudad capital, en la actualidad, y también a una de las nueve 
			Portadas que tenía la Muralla de Lima, la Portada de Juan Simón.
			
La Calle de Juan Simón, actual onceava cuadra del Jr. de la Unión, 
			y la Calle Portada de Juan Simón, actual primera cuadra de la Av. Bolivia, 
			llevaban el nombre del bandolero aquel. Allí terminaba la ciudad de 
			Lima a mediados del siglo XIX.
			El Canto de Luis Pardo
A fines de la primera década del siglo XX se cantaba 
			un vals, "Luis Pardo" o "La Andarita", que relataba las aventuras y 
			desventuras de un personaje que en vida fue perseguido, abusado y difamado 
			por las autoridades corruptas de su época, a quien ellos consideraban 
			un bandido. Según lo que se ha contado, a su padre lo mataron y ello 
			fue la causa para que su madre falleciera de pena. Más tarde, Luis Pardo 
			se rebeló contra los abusos e injusticia que se cometían contra el pueblo, 
			es por ello que el pueblo ancashino lo reivindicó convirtiendo en una 
			leyenda la vida y aventuras de quien, años más tarde, fue declarado 
			"Hijo Ilustre y Benefactor de los Pobres" y hasta tenga un busto en 
			su pueblo natal.
Luis Pardo Novoa nació el 19 de agosto de 1874 
			en la Hacienda "Pancal", de su padre, en el pueblo de Chiquián, Provincia 
			de Bolognesi, Ancash. Su dulce "Andarita" no fue su legítima esposa, 
			sino una pastorita del lugar, muy hermosa, a quien Pardo "raptó" y con 
			quien se fue a vivir en una humilde cabaña. Hay que tener en cuenta 
			que antiguamente solían llamar "raptar" a una mujer cuando ésta se escapaba 
			con alguien. Su "Flor del Monte" o su "Andarita" falleció al dar a luz 
			su primer hijo y ello deprimió mucho a Luis Pardo. La "Andarita" es 
			una flor silvestre del noroeste del Perú, cuyo tallo es de color gris 
			y capullo de pétalos guinda con aroma a cedrón y jazmín.
Luis 
			Pardo murió abaleado el 5 de enero de 1909 por una tropa de 50 miembros 
			del ejército, aunque, como toda leyenda del pueblo, también se cuentan 
			otras versiones sobre como fue su muerte. Con el pasar de los años, 
			se han tejido muchas historias con respecto a Luis Pardo, algunas de 
			las cuales nunca ocurrieron, pero ello siempre pasa cuando alguien se 
			convierte en una especie de leyenda.
El 23 de setiembre de 1909 
			se publicó, por primera vez, en el semanario "Integridad", que dirigía 
			Abelardo Gamarra "El Tunante", un envío anónimo que recibió dicho semanario. 
			Se trataba de un poema que constaba de once décimas, "El Canto de Luis 
			Pardo". Estas décimas contaban la vida de Luis Pardo, la muerte de sus 
			padres y la de su "Andarita", así como también narraba sus pesares y 
			el porqué se rebeló contra las autoridades. Se sabía de la producción 
			poética de Luis Pardo, por lo que se presume que dichas décimas fueron 
			escritas por él.
Se ha contado también de que el papel que contenía 
			"El Canto de Luis Pardo" fue encontrado en el banco de una plazuela 
			por un desconocido y que éste le fue entregado a Gamarra. Hay mucha 
			controversia con respecto al origen del papel conteniendo las once décimas, 
			como lo hay con la vida misma de Luis Pardo.
Otro rumor que también 
			circuló por las calles de Lima es de que la letra de "El Canto de Luis 
			Pardo" fue escrita por el poeta Leónidas Yerovi. Pero, de haber sido 
			él quien escribió dichas décimas, las hubiese publicado en la revista 
			semanal "Actualidades", donde él escribía. Dicha revista quedaba en 
			la Calle de Matajudíos, actual primera cuadra del Jr. Ocoña. El hecho 
			es que no hay pruebas contundentes sobre quien fue el verdadero autor 
			de dichas décimas, por lo que se considera de autor anónimo, aunque 
			algunos se lo atribuyen a Abelardo Gamarra.
Se adaptaron las 
			estrofas primera, quinta, novena y última, para crear el hermoso vals 
			"Luis Pardo", conocido también como "La Andarita", que se cantó mucho 
			por inicios del siglo XX. Se le atribuye la letra de dicho vals a Abelardo 
			Gamarra "El Tunante" y la música a Justo Arredondo.
Pero se debe 
			hacer notar de que ni Gamarra ni Arredondo lo firmaron cuando dicho 
			vals empezó a aparecer en los cancioneros de esa época. Se dice que 
			el vals era de ellos, pero que omitieron firmarlo por ser una composición 
			rebelde; deduciéndose que querían evitarse problemas. Se sabía también 
			de la gran amistad que había entre Gamarra y Arredondo quienes, incluso, 
			ya habían dado a conocer varias canciones con letra de Gamarra y música 
			de Arredondo. Lo cierto es que Gamarra, al no firmar nada, sin querer 
			hizo que la gente especulara sobre el origen del papel y del vals en 
			sí, lo cual es un verdadero misterio hasta nuestros días, a pesar de 
			que algunos se lo otorguen a Gamarra.
Con el correr del tiempo, 
			los versos del vals "Luis Pardo" o "La Andarita", de Gamarra y Arredondo, 
			fueron cambiados, en parte, por los intérpretes, por lo que se puede 
			encontrar ligeras diferencias en la versión antigua y la que se canta 
			actualmente. Pero se debe tener en cuenta que hay otros dos valses más 
			que circularon por aquellos años y llevan el mismo nombre "Luis Pardo". 
			También hay una chuscada que lleva el nombre "Luis Pardo" y que Julio 
			Sotelo escribiera en 1911.
Si muy bien el vals "Luis Pardo" o 
			"La Andarita", de Gamarra y Arredondo, formó parte del repertorio de 
			casi todos los intérpretes, la grabación que hizo el conjunto "Fiesta 
			Criolla" fue un gran éxito. Otros grupos o solistas también la grabarían 
			después, como "Los Chamas".
Las otras versiones de "Luis Pardo" 
			no llegaron a tener el éxito que alcanzó la versión de Gamarra y Arredondo. 
			Sin embargo, nos demuestran la trascendencia que tuvo el personaje aquel 
			en el pueblo que hizo que éste le dedicara varias de sus composiciones. 
			Tengo todas las versiones aquellas, pero por razones de espacio y tiempo 
			solamente voy a compartir la versión original de "El Canto de Luis Pardo" 
			que publicara el semanario "Integridad" en el año de 1909; también porque, 
			a pesar de todas las versiones que aparecieron después, este poema, 
			compuesto de once décimas, es el más bello que le hizo la musa popular 
			a Luis Pardo.
			El Canto de Luis Pardo
Autor Anónimo
			Ven acá mi compañera;
ven tú, mi dulce andarita,
			tú sola, sola, solita,
que me traes la quimera
de aquella mi edad 
			primera,
que en el campo deslizada,
junto a mi madre amada
			y de mi padre querido,
era semejante al nido
que hace el ave en 
			la enramada.
Ven, consuela al solitario
que por jalcas y oconales,
			sin hallar fin a sus males,
va arrastrando su calvario.
Fue el 
			destino temerario
al empujarme inclemente,
como por rauda pendiente,
			desde lo alto del peñón
se desgaja algún pedrón
que rueda y cae 
			inconsciente.
A mi padre lo mataron,
mi madre murió de pena;
			ella, tan buena, ¡tan buena!
¡Ellos que tanto me amaron!
Con ambos 
			me arrebataron
lo más que en el mundo quise.
Pero aún la suerte 
			me dice:
"Ama, adora a una mujer",
que hube también de perder...
			pues nací para infelice.
De entonces, ¿qué hube de hacer?
			Odiar a los que me odiaron;
matar a los que mataron
lo que era 
			el ser de mi ser;
en torno mío no ver
sino la maldad humana;
			esa maldad cruel, insana,
que con el débil se estrella,
que al 
			desvalido atropella
y de su crimen se ufana.
Por eso yo quiero 
			al niño;
por eso yo amo al anciano;
y al pobre indio, que es mi 
			hermano,
le doy todo mi cariño.
No tengo el alma de armiño
			cuando sé que se le explota;
toda mi cólera brota
para su opresor, 
			me indigna
como la araña maligna
que sé aplastar con mi bota.
			
Yo aborrezco la injusticia;
yo quiero al que es desgraciado,
			al que vive abandonado
sólo por torpe malicia;
yo maldigo la estulticia
			de tanta gente menguada,
porque al fin de la jornada,
puesto que 
			la vida es corta,
la vida a mí qué me importa
porque ¿qué es la 
			vida? ¡Nada!
De mi provincia las peñas
y el viento de mis 
			quebradas,
me delatan las pisadas
del que me busca en las breñas;
			hasta las ramas son señas
que de la suerte merezco;
ni me asusta 
			ni padezco
si alguien me mira altanero;
yo soy como el aguacero,
			que al soplo del viento crezco.
Brama, brama, tempestad;
ruge, 
			trueno, en el espacio,
¡Bendito sea el palacio
de la augusta Libertad!
			Cielo, con tu inmensidad
vas mis pasos amparando.
El rayo me va 
			alumbrando
si viene la noche oscura,
en medio de su negrura
			para seguir caminando...
Llega la noche. En el cielo
salta 
			la luna serena;
dentro del pecho mi pena
parece hallar un consuelo;
			sobre el campo, blanco velo
se extiende, y como visión,
detrás 
			de cada peñón
parece ver a mi amada,
que viene como escapada
			a buscar mi corazón.
Cae la noche, en el cielo
surge la argentada 
			luna,
triste como mi fortuna,
sola cual mi desconsuelo.
A su 
			luz beso el pañuelo
que me dio a la despedida,
que en su llanto 
			humedecida
besó ella con pasión loca
y que guarda de su boca
			la huella siempre querida.
Y me persiguen, ¡traidores!
siempre 
			fueron sin entrañas,
les espanta mis hazañas
que no son sino rencores.
			¿Dónde están mis defensores?
Para mí, nadie es clemente;
nadie 
			piensa, nadie siente,
¿Quieren matarme?, ¡en buena hora!
Que me 
			maten si es la hora,
¡pero mátenme de frente!
			Darío Mejía
Melbourne, Australia
			dariomejia999@yahoo.com.au
			
    Búsqueda en el
      
 |