PORTAL MARTINISTA DEL GUAJIRO
"Purificaos, pedid, recibid y obrad.
      Toda la Obra se halla en estos cuatro tiempos"

Iniciación se deriva de la palabra latina "initium" que significa comienzo. En consecuencia, la Iniciación Martinista debe ser interpretada como el comienzo:
A) De un nuevo estado;
B) En un nuevo camino.
Se parte de la idea básica que el profano es un ser encadenado, 
ciego, prisionero de las tinieblas y de los errores; se presume que es un peregrino 
amenazado por múltiples peligros que lo esperan en las encrucijadas de su vida; 
es una persona que vive en un estado de tensión e inconformidad consigo misma, estado 
del cual se esfuerza por salir. Siguiendo el simbolismo alquímico, es el plomo que 
debe ser convertido en oro, después de pasar por todas las fases de la transmutación 
metálica. Es la piedra que forma con la roca una sola masa y que, por tanto, debe 
ser extraída para ser labrada en forma de piedra cúbica perfectamente cuadrada. 
Es la cruz de los elementos sobre cuyo centro debe germinar la rosa bermeja y perfumada 
del alma.
Por ello, es la Iniciación la que verdaderamente genera en el Miembro 
Adherente Martinista, también llamado de Asociado, una nueva condición, gracias 
a la cual llega a liberarse de los preconceptos del mundo común y corriente, como 
culminación de cierta Iluminación personal. Esa Iluminación, por otro lado, le confiere 
mayor fortaleza y poder espiritual.
De esta manera, el Miembro Adherente o Asociado 
ve como se abre delante de sus ojos un nuevo Camino. Las Verdades Cósmicas comienzan 
a serle paulatinamente reveladas con ayuda del simbolismo, que constituye la llave 
de marfil que le será entregada para que descifre los misterios y enigmas de su 
propio ser y del universo que lo circunda, llave que necesitan los profanos.
Consecuentemente, surge la posibilidad, así como el deber, de utilizar la nueva 
luz, que se le ha provisto, en el SERVICIO DESINTERESADO E IMPERSONAL DE LA HUMANIDAD. 
De esta manera, el Iniciado Martinista debe transformarse en un foco de irradiaciones, 
librándose del egoísmo de toda clase de intereses mezquinos. Esta irradiación o 
emisión de luz es, simultáneamente, calor, energía y poder.
Tal poder es el resultado 
de una especie de inducción mental que circula del Iniciador al Iniciado, creándole 
una nueva condición mental. Esta es exaltada mediante una polarización magnética, 
generada por la acción del Iniciador y del Ceremonial, destinada a poner en conexión 
al Miembro Adherente con el Egrégor Invisible que participa de los trabajos de la 
Orden. Todo esto tiende a crear un equilibrio más perfecto en todas las actuaciones 
del Iniciado. No hay duda que se establece una corriente espiritual entre el dador 
y el receptor, lo que crea la armonía.
Una vez despertada esa armonía, constituye 
un nuevo poder que tiene carácter permanente: "Tu es sacerdos in aeternum"; y lo 
que de tal manera queda establecido jamás podrá ser deshecho, aunque el nuevo Iniciado 
llegue, posteriormente, a caer en indignidad.
El Iniciador Martinista es un padre 
para sus Iniciados y cuando nace un hijo para dicho padre, esa condición no podrá 
ser alterada en el futuro.
Esa influencia espiritual o poder iniciático fue transmitida 
de hombre a hombre, a través de una Cadena interrumpida de Iniciados, en la sucesión 
de los tiempos y las edades. Los Iniciados han sido, siempre, los vehículos humanos 
de la Luz u del Poder Espiritual. Esto es lo que puede simbolizar la frase sucesión 
Apostólica.
La referida influencia espiritual se transmite con la ayuda de un 
ritual especial, que tiene la virtud de abrir camino a una corriente de influencias 
Superiores; produce la intervención de ciertas fuerzas espirituales omnipresentes 
que actúan como catalizadoras y que queman el sedimento y el lastre que traen consigo 
los Hombres de Deseo, comenzando entonces, a nacer, en el interior del Asociado 
Martinista el Hombre Nuevo: el Cristo Interno o Maestro Interior. Porque, como dice 
Eckhart: "De nada le sirve a Cristo nacer mil veces en Belén si no nace en tu corazón."
El Martinista es, simultáneamente, beneficiario y vehículo de este poder o influencia 
espiritual.
En consecuencia, los Iniciadores Libres, asumen la obligación de 
irradiarlo y con este propósito deben elegir un discípulo o grupo de discípulos 
que lleguen a ser sus substitutos y sucesores para que quede asegurada la permanencia 
ininterrumpida de la Cadena Iniciática.
Recibieron de sus antecesores la Sagrada 
Antorcha y deben, a su vez, transmitirla cuidando para que la llama no se apague 
o sea disminuida por las cenizas de la negligencia o la indignidad.
La Iniciación 
Martinista es Iniciación Real; es diferente de las Iniciaciones meramente simbólicas 
o filosóficas, que se limitan a transmitir una serie de símbolos y doctrinas de 
carácter teórico.
El Martinismo trabaja con fuerzas inherentes a su ser físico 
y psíquico, así como las energías Cósmicas. Al ser Hincado y al participar del trabajo 
litúrgico de la Orden, ayuda a poner en movimiento su Cadena Invisible.
El trabajo 
Martinista se diferencia del trabajo de las Órdenes simbólicas y filosóficas porque 
es esencialmente Operativo en mayor o menor grado.
OH LÁMPARAS DE LOS MISTERIOS Y GUÍAS MARTINISTAS
DESDE 
LO MAS ALTO
GUÍANOS PARA ALCANZAR
LA ALQUIMIA DE LA LUZ, VIDA Y AMOR…
PLENA 
DE UNIDAD FRATERNA…
	

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