PORTAL MARTINISTA DEL GUAJIRO
"Purificaos, pedid, recibid y obrad.
      Toda la Obra se halla en estos cuatro tiempos"

Una última palabra para los interesados en la magia negra. Asomados 
con nosotros sobre el abismo, del que han podido percatarse de su declive e imaginar 
su noche vertiginosa, quizá habrán podido ver, no sin sorpresa, cómo en sus bordes 
se abrían ciertas flores de una belleza salvaje y fatal, de un penetrante y turbador 
perfume.
¿Ignoran que el Mal tiene su poesía? Del mismo misterio de la abominación 
se desprende un ideal fantástico, atrayente y funesto, por el que muchos se han 
dejado atraer a lo largo de los tiempos.
¿Ignoran que el Mal tiene su poesía? 
Del mismo misterio de la abominación se desprende un ideal fantástico
¡Que 
los curiosos tengan cuidado! Es el gran peligro de las excursiones excéntricas hacia 
los mundos prohibidos a los caprichos profanos. Quien se aventura sin guía en el 
camino de las emociones inéditas, sin saberlo, pisa ya el sendero de su próxima 
perdición: todo, a su alrededor conspira para ser su ruina. Sobre la puerta que 
van a cruzar, Dante hubiera podido grabar el amenazante terceto:
“Per me 
si va nella citta dolente; Per me si va nell´eterno dolore; Per me si va tra la 
pereduta gente!”
Ellos, es verdad, sólo piden a la brujería el encanto inherente 
del arte, para ellos el peligro es menor. Se limitan a lo pintoresco bastante superficial 
de los grimorios, sus dientes sólo muerden la corteza del fruto prohibido.

Pero hay otros, temerarios, que saborean la poesía íntima del 
Mal. La tentación fue demasiado fuerte y no supieron resistirse. El espíritu de 
la malicia los sedujo y ahora los posee. Vagan para siempre en el torrente fluídico 
de la perversión, hacia el abismo de la inconsciencia que un día se los tragará. 
Este suicidio está al final de su destino…, lejos de crearse un “yo” ficticio, sólo 
podrán disolver su “yo” real.
Otros, temerarios, saborean la poesía íntima 
del Mal. La tentación fue demasiado fuerte y no supieron resistirse. El espíritu 
de la malicia los sedujo y ahora los posee
¡El abismo del inconsciente! He 
aquí el Maëlstrom hacia donde el gran Seductor atrae insensiblemente sus pobres 
nervios, fascinando sus ojos de piloto con la fantasmagoría de sus espejismos impostores…
Los iniciados saben por qué el inconsciente es el elemento propio de Satán-Panteo. 
El punto central, hacia donde, fatalmente, la inflexible lógica de las ciencias 
ocultas lleva a sus fieles, directos o indirectos… Si se nos invitara a precisar 
por qué clase de síntomas se manifiesta en sus adeptos, conscientes o no, este proceso 
hacia la inconsciencia responderíamos que, de entrada, se descubre por la abolición 
de las facultades lógicas; por el proselitismo de las filosofías negativas del libre 
arbitrio y de la inmortalidad…
Bajo esta rúbrica de la brujería indirecta 
pueden catalogarse unos ejemplares menos dignos de atención: artistas y pensadores, 
que se pierden, no menos fatalmente, en la búsqueda del toisón de oro. Les atormenta 
la nostalgia de algún imaginario Olimpo donde ellos serían el Júpiter atronador. 
Y también la fiebre de un altruismo impracticable, o el parto de una concepción 
extraña, a la vez monstruosa y sublime de la filosofía, la ciencia o el arte. Con 
toda seguridad son maníacos de genio, esos patriarcas de la brujería moderna; tienen 
derecho, a pesar de su misma aberración, a todo nuestro interés, incluso a toda 
nuestra simpatía… Ícaros de un inefable firmamento, han planeado muy alto antes 
de ser precipitados, su caída fulgurante ilumina las profundidades del mal, ¡aquí 
está el secreto de nuestra simpatía hacia ellos!
Les atormenta la nostalgia 
de algún Olimpo y también la fiebre de un altruismo impracticable, o el parto de 
una concepción extraña, a la vez monstruosa y sublime de la filosofía, la ciencia 
o el arte.
Eternamente vuelve a ejercer el encanto seductor del abismo, y 
otros a su vez, se dejarán atraer… No os asoméis…
Un aroma embriagador emana 
desde abajo. Es una exhalación lasciva y lánguida, que flota en el aire; se infunde 
más y más… He aquí que el contagio parece haber ganado hasta las flores del barranco, 
cuyo cáliz se inclina y vacila, vuelto pesado por el amor. Y como cansadas de sí 
mismas y enfermas por su propio aliento perfumado, todas las corolas solicitan la 
mano que las cogerá.
Una visión falaz se enciende en las negras profundidades 
de lo desconocido: es, en una gloria ciega, el mismo Satán transfigurado, travestido 
en ángel de luz. Esta visión deslumbra y da vértigo.
Y, ¡esta voz! Asciende 
desde el fondo de la sima, melodiosa y pérfida como la de las sirenas, culpable 
de negación, instigadora de una voluptuosa desesperanza…Su canto enturbia el entendimiento 
y marea.
Esta voz, que parece exhalar la esencia misma de las cosas, habla 
al alma perdida un lenguaje disolvente, muy amargo y muy dulce, que el alma entiende, 
¡ay!, sin jamás haberlo aprendido. Se diría que es el murmullo confidencial de los 
ambientes, como si la naturaleza viva se revelara entera en esta voz, que se identifica 
tan profundamente con vuestro verbo íntimo, que habla a la vez en vosotros y fuera 
de vosotros.
Esta voz, que parece exhalar la esencia misma de las cosas, 
habla al alma perdida un lenguaje disolvente, muy amargo y muy dulce, que el alma 
entiende, ¡ay!, sin jamás haberlo aprendido
Y he aquí que en el interior 
se descorre una cortina, todas las ideas oscuras un día se aclaran de pronto… Un 
misterio de incertezas, de languideces, de desgana se apodera con fuerza del libre 
albedrío y lo vence, el Yo enloquece al sentirse rodeado, penetrado, violado, por 
el No-yo. Pronto, los dos contrarios se confunden. Dudáis de todo y de vosotros 
mismos. Nada es verdad, ni nada parece posible. Esta duda universal ¿quién la formula? 
¿Es vuestro Yo el que habla, o el Sí colectivo de las entidades exteriores al Yo? 
Lo ignoráis.
La voz de Satán-Panteo es ondulante y múltiple, como este universo 
físico en el que se halla el alma. A cada uno le habla su lenguaje familiar: al 
artista le habla de arte; habla de ocultismo al místico, e intriga al hombre de 
acción. Pero sea lo que sea lo que haya dicho, cuando ha hablado, todas las nociones 
confusas dejan al alma delirante, presa de esta única convicción, que la roe como 
un cáncer: todo es vano, nada es seguro… De este caos de inseguridad se desprende 
un último concepto imperativo, perentorio: la urgencia de la abdicación moral individual.
En último análisis, ¿qué afirma esta voz? Negación, la negación del verbo humano, 
he aquí lo que demuestra; la regresión hacia el instinto, he aquí lo que propone; 
la apoteosis del inconsciente, he aquí lo que celebra. Y como medio para alcanzar 
este falso ideal, asesino del alma, sugiere hundirse el río sin orillas y sin fondo 
de la vida psíquica universal. Este suicidio es el alfa y el omega de la Goetia.
¿Qué afirma esta voz? Negación, la negación del verbo humano, he aquí lo que 
demuestra; la regresión hacia el instinto, he aquí lo que propone; la apoteosis 
del inconsciente, he aquí lo que celebra.
Y de hecho, las artes, la literatura, 
la filosofía y la teología incluso, han estado en todas las épocas más o menos impregnadas 
del fermento acre del pesimismo que el gran Seductor inocula a las generaciones, 
como el medio más seguro de hacerles escuchar su voz, instigadora del suicidio moral. 
Adaptable a todos los travestimientos, Satán-Panteo, no deja de transfigurarse en 
Cristo glorioso, o véase Buda.
Cierta literatura, como cierta filosofía, 
como cierto misticismo, como cierto arte, revelan de un modo inmediato o mediato 
la Goetia. Pues no hay manera de que cualquier actividad ejercida por el hombre, 
no pueda ser invadida o impregnada por el satanismo. Así como la inspiración divina 
pueda volver virtuoso o ennoblecer. La razón profunda está en la esencia del “Verbo 
humano”. Agente demiúrgico y mediador entre lo absoluto y lo relativo, entre el 
espíritu y la materia, entre Dios y Satán.
Sea buen o mala, la potencia mágica 
reside enteramente el “Verbo humano”. El verbo humano aparece como un agente intermediario 
y convertible: el trazo de unión entre el cielo y la tierra.
Sea buen o mala, 
la potencia mágica reside enteramente el “Verbo humano”. El verbo humano aparece 
como un agente intermediario y convertible: el trazo de unión entre el cielo y la 
tierra.
En su relación con la verdad absoluta, el Verbo humano se formula 
por una virtud activa: la fe. En sus relaciones con la realidad contingente, se 
manifiesta por una virtud pasiva: la ciencia. En sus relaciones con el Verbo divino, 
el Verbo humano se expresa por una potente identificación de lo relativo con lo 
absoluto, de lo finito con lo infinito, de lo múltiple con la unidad: la conciencia, 
que es neutra, es decir activa con respecto a la ciencia y pasiva con respecto a 
la fe.
El Verbo humano se reconoce en su propio espejo, la “conciencia”, 
su orientación hacia la ciencia o hacia la fe abre al hombre individual una doble 
esfera de acción, positiva y mística, donde desplegar sus potencialidades.
Se comprenderá mejor que el arte tiene también su magia tenebrosa o espléndida, 
nefasta o bienhechora; puesto que el Arte no es más que el Verbo humano modelado 
según el molde de cada individuo, irradiándose en emanaciones que se incorporan 
en las formas adecuadas, simbólicamente expresivas de este verbo individual.
Toda obra de arte a primera vista no deja de parecer “una encarnación de un 
pensamiento”, un pensamiento no muere porque tome cuerpo. Al igual que el alma se 
encarna para afirmarse en el plano material, toma un aspecto sensible para actuar 
sobre los sentidos, esta misma forma le sirve de medium, de vehículo y de instrumento, 
para desplegar su energía en una nueva esfera.
Toda obra de arte está pues 
preñada de una virtud latente de realización que necesitará más pronto o más tarde 
de una serie de efectos reales, consecuentes con su principio innato: estos efectos 
producidos serán la traducción mágica de la idea, incluida en esta obra.
Toda obra de arte está preñada de una virtud latente de realización que necesitará 
de una serie de efectos reales: estos efectos producidos serán la traducción mágica 
de la idea
De donde podemos concluir como resumen: toda obra de arte es una 
obra mágica, buena o mala; el ideal, que es su alma, inclina su potencial eficacia 
a la derecha o a la siniestra; la virtud de realización latente en ella constituye 
el agente mágico de su determinismo, para el bien o para el mal. Todo artista, en 
fin, es un mago o un hechicero, desgraciadamente, más a menudo un hechicero que 
un mago. ¡Los magos del arte puro, los que se dedican a la Goetia del arte impuro! 
¡Teúrgia o nigromancia de la pluma, de la música y del pincel!

	

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