PORTAL MARTINISTA DEL GUAJIRO
"Purificaos, pedid, recibid y obrad.
      Toda la Obra se halla en estos cuatro tiempos"

	
¡Caballería! He aquí una palabra misteriosa que en el 
transcurso de los siglos ha unido en un mismo ideal a los hombres de Oriente y 
de Occidente, peregrinos en la más sagrada de las gestas: la santa búsqueda de 
Aquello que Está Perdido, el Grial.
Las leyendas del ciclo artúrico están 
regidas por las leyes sagradas de la Iniciación. El Rey Arturo, Merlín, Ginebra, 
Morgana, Lanzarote, Perceval o Galahad son arquetipos universales que pertenecen 
al acervo cultural de toda la Humanidad. Detrás de sus hazañas se encierra el 
simbolismo de la eterna búsqueda del hombre en pos de la Verdad, representada 
por el Santo Grial.
EL MAGO MERLÍN
Cuentan las 
leyendas que el nacimiento de Merlín (o Mirdwin) fue fruto de una unión 
ilegítima entre un demonio (o un íncubo "no nacido de la raza humana") y de una 
virgen con la que yació durante el sueño. Merlín, druida y sacerdote de la más 
antigua religión de la humanidad, era el heredero de una ciencia secreta que le 
permitía el dominio sobre la Naturaleza así como conocer el pasado y el futuro 
de los hombres. El origen oscuro y luminoso de Merlín nos revela la propia 
naturaleza del mago, quien conoce los secretos de los mundos y dimensiones 
inferiores y, a la vez, como hijo de una virgen, de los superiores. Merlín, cuyo 
nombre corresponde a un ave de presa, es heredero de una estirpe de sabios 
druidas, capaz de convertirse en un animal y asumir sus poderes naturales.
Por medio de su magia ayudó al rey Uther Pendragon a acceder al trono del reino 
de Logres, derrotando al usurpador Vortigern. El mago, por medio de su 
sabiduría, ayudó al rey a vencer a sus enemigos y erigió con su magia el círculo 
megalítico de Stonehenge.
Por tres veces la torre del castillo se derrumbó y 
Merlín reveló al rey que dos dragones dormían en sus cimientos. Al excavar, los 
hombres del rey descubrieron un dragón rojo y otro blanco que, una vez 
despiertos, combatieron entre ellos. El blanco logró dar muerte al rojo, 
sucumbiendo luego a causa de las heridas recibidas en la lucha. Merlín 
interpretó los hechos como un presagio para el reino de Uther. El derrumbamiento 
por tres veces del torreón no es sino la representación de una unidad aún no 
realizada, de un mundo todavía sumido en el dualismo o el espejismo que maya 
otorga al ser humano, representado por el rey Uther. Los dragones, símbolo 
favorito de alquimistas y sabios, representan las polaridades del Universo. A 
escala microcósmica, ambas fuerzas han de unirse para edificar el propio templo 
del hombre y esa unidad, condición básica para acceder a las más elevadas etapas 
de la iniciación, está representada por la muerte de los dos dragones. El 
simbolismo de la unidad reencontrada aparece a menudo en los relatos griálicos, 
ya sea en forma de espada rota o de unión mística del caballero con la dama. El 
hecho de que la humanidad cuente también con la ayuda del poder teúrgico o 
mágico es representado por la elevación del círculo de Stonehenge.
Durante un banquete, Uther Pendragon conoce a Igraín, esposa del duque de 
Tintagel, y siente por ella un violento deseo, y como veremos, no están exentos 
de un secreto designio. Merlín cede a los imperiosos requerimientos del rey y 
consiente en cambiarle su apariencia física, otorgándole el aspecto del duque. 
Así, Uther seduce a Igraín y de esta unión prohibida nacerá Arturo, que será 
confiado por Merlín a sir Héctor, quien lo instruirá en los deberes de la 
caballería. Diecisiete años después, el rey Uther muere sin haber dado al reino 
un heredero y los caballeros piden a Merlín ayuda para encontrar un digno 
sucesor. Es entonces cuando se produce la aparición, en la Noche de Navidad, de 
la misteriosa espada hendida en la piedra. Arturo es el único capaz de sacar a 
la espada Excalibur de la piedra y es proclamado legítimo rey, tras haberse 
enfrentado con los barones que dudaban de la legitimidad de su linaje. Con la 
ayuda del mago, Arturo logra reunir a todos los condados en un solo reino y, 
durante una de sus campañas, conoce a la mujer que va a asumir un relevante 
papel en el desenlace del relato: Ginebra.
El reino sin reyes es la 
representación del mundo sumido en las tinieblas a causa de la ausencia de un 
soberano que libre a los hombres de las luchas fratricidas, propias de una 
humanidad sumida en el dualismo. Pero es también la expresión de la propia 
guerra interior del hombre, gobernado a menudo por fuerzas desatadas, pasiones y 
deseos del ego inferior, que precisan de un guía para llegar a su verdadero 
destino.
EL REINO DE CAMELOT
Aunque los orígenes 
históricos del Rey Arturo están envueltos en la oscuridad de los siglos, del 
simbolismo y de la mitología, parece que fue realmente un monarca del siglo V o 
VI, que reagrupó y gobernó varios reinos tras la desaparición de los últimos 
restos de la dominación romana.
Según la leyenda, Arturo, ayudado por Merlín, 
creó el reino de Camelot, una sociedad ideal en la que convivían pacíficamente 
los sabios, los poetas, los magos, los astrónomos, los astrólogos, los 
alquimistas y los filósofos. Pero ese reino ideal, regido por los hombres, está 
todavía sumido en el dualismo y, por tanto, es aún vulnerable.
LAS BODAS ALQUIMICAS
Ginebra es para Arturo la causa de su 
apogeo, espejo de una realidad interior, pero es también la causa de su caída. 
Aun siendo un espíritu puro, Arturo cometió una terrible falta en su juventud, 
cuyas trágicas consecuencias son fundamentales en la trama metafísica del 
relato. Antes de conocer a Ginebra, Arturo yació con Morgana le Fay, el hada 
Morgana, que era hermanastra suya, hija de Igraín y de su primer esposo. El 
fruto de esta incestuosa unión fue Mordred, aquél que nunca debería haber 
nacido.
Pero la función de Mordred es vital en la realización del misterio 
artúrico, ya que sin su intervención el Grial jamás llegaría a ser encontrado. 
Mordred representa la oscuridad aún existente en el reino de Arturo; sus 
continuas tentativas por usurpar el trono obligan al propio rey a lanzarse con 
sus caballeros a la búsqueda de Aquello que está perdido.
Arturo es también 
el detentador del poder real. Con este mítico rey la Humanidad conoce su máximo 
esplendor en las artes y las ciencias, y Camelot viene a ser la cristalización 
de ese estado. Ginebra, la esposa de Arturo, es el símbolo de la Madre Natura, 
de la fecundidad y de la vida, el principio madurador al que se une un símbolo 
solar, el rey, realizando así el misterio de las nupcias alquímicas. Con la 
ayuda mágica de Merlín, Arturo erige la Tabla Redonda, imagen del cosmos, 
rodeada por doce asientos. A la derecha de Arturo, un asiento siempre vacío era 
reservado para el que es conocido como el Mejor Caballero del Mundo. Ese asiento 
causaría la muerte inmediata de todo el que, no estando predestinado, intentara 
ocuparlo.
En el centro de la Tabla se había destinado un lugar para el Santo 
Grial. Centro de la Mesa Redonda pero también centro del mundo y de sí mismo, el 
Grial, la visión de lo divino, la unidad cósmica reencontrada, ha de realizarse 
en el atanor alquímico del propio ser, en el Sancta Sanctorum del alma humana. 
Los doce asientos, además de la transmigración del alma a través de las doce 
eras cósmicas o ciclos del gran zodíaco, representan las doce pruebas 
iniciáticas del hombre antes de la conquista del "yo" superior. Al igual que los 
trabajos de Hércules, las distintas pruebas de cada caballero simbolizan estados 
del ser y etapas de la Gran Obra alquímica, que han de ser realizadas tarde o 
temprano por cada hombre.
LA REINA GINEBRA Y EL HADA MORGANA
Las mujeres del ciclo artúrico suelen proceder del bosque, son sacerdotisas 
de la Diosa Madre, descendientes o supervivientes de la antigua religión de la 
Tierra de los Celtas, y han sido iniciadas en los ritos de la Diosa en la 
floresta virgen y el reino de las hadas. Los caballeros se internan en este 
espacio sagrado del bosque en busca de aventuras y allí son iniciados o guiados 
por seres femeninos, hadas, doncellas, damas, hechiceras o magas, es decir, 
por arquetipos femeninos, y a veces por ancianas de aspecto terrorífico que 
simbolizan el Espectro del Umbral, y otras por hermosas doncellas que les 
piden ayuda, o les ofrecen signos, señales y rutas iniciáticas.
Ginebra, que 
ocupa un preponderante papel en la trama del ciclo artúrico y en el futuro de la 
Búsqueda del Santo Grial, es pelirroja y muy hermosa, habiendo sido educada por 
sacerdotes cristianos está muy influida por las nuevas creencias en un 
"cristianismo" que viene a demoler el antiguo culto "pagano" del bosque, sin 
bien, los cristianos, como los romanos, llamaban "pagano" a todo aquel que no 
creyera en su Dios o en sus dioses. Morgana le Fay (el hada Morgana) es 
adoradora de la luna, morena y de sombrío aspecto; es una "hechicera" desde el 
punto de vista de los invasores sacerdotes y monjes cristianos, que tratan de 
imponer por la fuerza sus creencias. En realidad, Morgana es la gran sacerdotisa 
del culto a la Vida y a la Diosa Madre, prácticamente extinguida a fuego y 
hierro por los soldados cristianos. Morgana es la hermana de Arturo, y tras 
yacer con su hermano por error en una fiesta pagana en el bosque, engendra a 
Mordred, el aspecto sombrío del reino de Arturo, y más tarde el asesino de su 
padre. Mordred es un gran caballero, fuerte y valiente, pero no tiene corazón, y 
utiliza los amoríos entre Ginebra y Lancelot para provocar la caída de Camelot. 
Amante de la "justicia", Mordred pide o exige "que se cumpla la ley" y que 
Ginebra sea condenada a la hoguera.
De regreso a la corte del rey, Merlín 
revela a Arturo y a sus caballeros el misterioso designio de la Orden de 
Caballería y de la Tabla Redonda: reencontrar el Grial. Les muestra su 
significado real y su misteriosa trayectoria desde los tiempos de Cristo hasta 
José de Arimatea, así como el linaje de los Reyes Pescadores. Es entonces cuando 
Gawain eleva su voz para jurar defender a las damas, rendir justicia a los 
humildes y aventurarse en la Santa Gesta. Vemos así aparecer el ideal del 
caballero andante: la Caballería como custodia de lo sagrado, adalid de los 
menesterosos y benefactora de los humildes.
AVALON, LA ISLA DE 
LAS MANZANAS
Las mujeres que rodean la vida de Arturo y de los 
caballeros proceden del reino feérico de Avalon, la isla invisible de los 
celtas, el mundo onírico y mágico para los ojos de los mortales donde rige aún 
la vieja religión de la Diosa Madre. Y allí reposa en espera de que llegue el 
momento adecuado para completar la misión de la Tabla Redonda, cuando reaparezca 
el "mejor caballero del Mundo". En Avalon (Isla de las Manzanas) no existe la 
muerte, ni la enfermedad, ni la vejez, es un lugar sobrenatural o sobre-humano, 
regido por una inmortal estirpe de sacerdotisas de la Diosa. Hasta allí llegó 
José de Arimatea con el Santo Cáliz y allí se mantiene su cuerpo incorrupto. 
Tras su muerte, Arturo es conducido a Avalon en una barca misteriosa, escoltado 
por tres damas, una de ellas su hermana Morgana.
En la senda de la iniciación 
artúrica hacen su aparición otras magas o sacerdotisas, como Viviana o Nimue, la 
Dama del Lago, que educó a Lanzarote y sedujo posteriormente a Merlín para 
arrebatarle el Conjuro de la Creación, a quien finalmente robó sus secretos y 
con ellos lo confinó hasta el fin de los tiempos en el interior de una enorme 
roca o un viejo roble en el bosque de Broceliande, en Bretaña. De tiempo en 
tiempo, los caballeros y los peregrinos espirituales que atraviesan ese bosque 
encantado escucharán, como un canto de otro mundo, el lamento de Merlín, sumido 
en un espejismo de maya por la pérfida hada Viviana. Este lamento recordará 
eternamente a los caballeros la necesidad imperiosa de adentrarse en el propio 
ser para acceder a la guía segura de la voluntad divina, que rodea al caballero 
y lo fascina por medio la Madre Natura o mundo de las apariencias. Se dice que 
aún hoy Merlín aguarda la llegada del Mejor Caballero del Mundo, el que debe 
liberarle del conjuro de Viviana.
También Elaine de Corbenic se nos muestra 
como iniciada de los secretos de la magia natural, que deviene hechicería cuando 
se utiliza con fines egotistas, ya que consigue cautivar a Lanzarote merced a un 
filtro mágico que le hace creer que está viviendo un romance con Ginebra. Pero 
esta unión da frutos inesperados, pues del amor de Elaine y Lanzarote nació 
Galahad, el puro, descendiente directo del linaje del Cristo, y "aquel en el que 
el Cristo mismo se reflejaba", y que es el único caballero que alcanzó el 
Grial y pudo sentarse en el Asiento Peligroso.
Cumplida tal vez su misión de 
educar a Arturo y edificar Camelot, Merlín, debilitado, abandona la corte y 
retorna al bosque con Viviana. Ésta le exige que le revele el "último secreto", 
el misterioso conjuro de la Creación. Este deseo de acceder a una verdad cósmica 
por medio de la traición es evocado constantemente en la leyenda masónica de 
Hiram, y también en el Cristianismo, donde el personaje de Judas provoca la 
muerte del Redentor. Sin embargo, la traición de Mordred era necesaria, pues 
Camelot era un reino dual y ficticio, un negativo de la imagen de Avalon, y su 
caída empuja a los caballeros a la Gesta del Grial, como la traición de los 
falsos masones insta a los verdaderos "Hijos de la Viuda" a dispersarse en la 
búsqueda de aquello que está perdido.
LANZAROTE DEL LAGO
Lancelot o Lanzarote, hijo del rey Ban, está llamado a convertirse en el 
Mejor Caballero del Mundo. Tras la muerte de su padre, es instruido en los 
deberes de la Caballería por la Dama del Lago. Vestido con una armadura blanca, 
abandona Francia y se dirige a la corte del rey Arturo, convirtiéndose en su 
amigo inseparable y en el mejor de sus caballeros. Para demostrar a Arturo su 
valía y merecer ser digno defensor de la reina, decide consagrarse a la aventura 
de liberar el Castillo de la Guardia Dolorosa. Para ello debe librar a la 
fortaleza de un conjuro, escogiendo entre dos pruebas: pasar cuarenta días entre 
las gentes del castillo, víctimas de sortilegios y encantamientos, o buscar el 
origen de tales sortilegios aun a riesgo de su propia vida. Lanzarote escoge la 
segunda vía. Logra entrar en la sala prohibida del castillo, donde contempla una 
columna y un grabado de una dama con dos argollas. El héroe ha de escoger entre 
la primera, que devolverá a la doncella a la vida, o la segunda, que abre un 
peligroso pozo. Lanzarote escoge la última opción y libera así a las fuerzas 
oscuras. Lucha contra ellas hasta derrotarlas y el castillo se convierte en la 
Fortaleza de la Guardia Gozosa.
La gesta de Lanzarote nos muestra las pruebas 
a las que todo aspirante a la Iniciación ha de atravesar. Debe escoger entre 
tomar el sendero llano de los atractivos de este mundo o buscar aquello que es 
oscuro en sí mismo y combatirlo hasta su desaparición. La sala prohibida es el 
propio interior del ser, el lugar improfanable al que sólo puede acceder un 
hombre puro para liberar al alma -la doncella encadenada- del ciclo de 
nacimientos, existencias, muertes y renacimientos.
Lanzarote es un hombre 
puro, que jamás cede a la "tentación", hasta que entra en escena un personaje: 
la reina Ginebra. De regreso a Camelot, Lanzarote comienza su relación ilegítima 
con la reina y esta unión llega a oídos del rey, quien no da crédito a las 
palabras de sus consejeros. Lanzarote se aleja una vez más de la corte y, 
súbitamente, ve aparecer ante él el Castillo Venturoso, morada del Santo Grial. 
A su entrada, una doncella le recomienda cerrar su corazón a la voz del orgullo. 
Introducido cerca del rey Pelles, guardián del Grial, ve entrar en la gran sala 
a Olwen, la hija del rey. Toda la asamblea sigue con ojos maravillados a un 
objeto misterioso, del que emana una luz cegadora, que es llevado por la 
doncella. Todos miran salvo Lanzarote que, ignorando la visión del Grial, queda 
fascinado por la belleza de la joven, quien se asemeja extrañamente a la reina 
Ginebra.
El Grial concede a cada uno de los presentes aquello que su corazón 
ansía, pasando de largo ante Lanzarote, sumido una vez más en un amor terrenal. 
Herido por tal afrenta, Lanzarote sigue a la doncella hasta unirse carnalmente a 
ella. Este amor sacrílego con la Virgen del Grial le hace huir avergonzado del 
castillo y es entonces seducido por la hermanastra de Arturo, Morgana, quien lo 
retiene cautivo. Lanzarote, que estaba destinado a convertirse en el Mejor 
Caballero del Mundo, víctima de sus pasiones y de su orgullo, se vuelve indigno 
de contemplar el Santo Grial. Queda degradado como caballero, se convierte en 
mendigo y es conocido a partir de entonces como el Caballero de la Carreta.
EL SANTO GRIAL
¡EL Santo Grial! Objeto de búsqueda 
eterna de los hombres de deseo a través de los tiempos. Piedra del Exilio o 
Piedra angular del templo de la Verdad perdida que, a pesar de los siglos, ha de 
ser reencontrada. Sagrado símbolo de la culminación de aquella Gran Obra que ha 
de ser realizada en el crisol de la propia Alma. Punto de convergencia de las 
más antiguas tradiciones sagradas de Oriente y Occidente. Símbolo místico por 
excelencia de la Gracia de Dios, el Grial es el depositario del secreto mismo de 
la unión con la Divinidad; para algunos, vehículo de un poder cósmico más allá 
de lo imaginable. Cáliz de Cristo, su búsqueda nos lleva a reinos de magia y 
misterio, de iniciación y de peregrinación alquímica, en el que ambos 
hemisferios, Oriente y Occidente, se unen dentro y fuera del propio ser, el 
hombre mortal y el hombre Divino.
EL GRIAL, SIMBOLO UNIVERSAL
Tratándose de un símbolo común a todas las tradiciones, intentaremos seguir 
sus pasos, ya que únicamente queda testimonio de tan preciada reliquia una vez 
que ésta deja de existir visiblemente en los lugares que antaño fueron su 
secreta morada. Aunque su origen sigue siendo un misterio insondable, el Cáliz 
como símbolo sagrado irrumpe en medio de la tradición céltica como el célebre 
Caldero de Keridwen, mujer de linaje y madre de un hijo poco agraciado que 
decidió preparar un elixir a fin de convertirlo en el más hábil de los hombres. 
Para ello, se entregó a la elaboración de una mixtura a base de ciertas plantas, 
a las que confirió el evocador nombre de Greal, pidiendo al enano Guyon que 
vigilara la obra durante su ausencia. Una noche el líquido se desbordó, y el 
guardián del caldero vertió tres gotas sobre su dedo, que poco después llevó 
a sus labios. La leyenda nos cuenta que entonces tomó consciencia de su 
verdadero estado y alcanzó el más alto conocimiento.
Al parecer, sólo unas 
gotas permitían la adquisición de esa visión interior, mientras que una dosis 
mayor resultaba letal, pues si hay un Grial que concede la Vida Eterna, hay 
también un cáliz que la arrebata. Como más adelante veremos al evocar los 
relatos de la búsqueda del Santo Grial del medioevo europeo, el Grial ha de ser 
custodiado, como fuente de poder y de ilumina- ción, por hombres puros de 
corazón, y su sola visión, aun de lejos o cubierto con un velo, es más que 
suficiente para colmar todos los deseos humanos o divinos.
Ello nos lleva 
también a pensar en el Haoma de las tradiciones iraníes. En el Yadna mazdeista 
está escrito: ¡Oh, Zaratustra, yo soy el Haoma, el puro, aquel que aleja la 
mortalidad! ¡Homenaje a Haoma -responde Zaratustra-, el Santo, el Perfecto y muy 
Justo. Cura todos los males, concede la salvación y es la medicina del Alma! 
¡Honor a Haoma que vuelve al pobre tan grande como al rico, que eleva el 
espíritu del ignorante a la altura de la sabiduría de los grandes!.
A este 
misterioso recipiente se le denomina en la tradición persa Djenschyd. Es de 
color blanco y amarillo, el primero de los cuales representa el sacrificio 
ritual del Avesta, emanado del árbol Yadbesh, de donde emana el elixir de la 
larga vida, ese mismo elixir de la inmortalidad buscado por los caballeros de la 
tabla redonda, que confería la Vida Eterna.
¡Pero la Vida Eterna es sólo 
patrimonio del Alma! Ya que el Grial designa ante todo una vía de acceso hacia 
lo divino, hacia una comunión del hombre interior con una realidad que está más 
allá de los límites de la materia o del espíritu. Beber el brebaje de la 
inmortalidad hace descender de las alturas o fluir desde adentro la Luz de la 
Transfiguración. Experiencia trascendental que ha sido cantada por poetas y 
místicos de todos los tiempos y que hiciera exclamar al poeta Rumi: Estaba 
crudo, fui cocido. Me consumí... O más cerca de nosotros a Jacob Boheme: "No 
puede ser descrita ni dicha, solo puede ser comparada con la vida que nace en 
medio de la muerte, como la resurrección de entre los muertos". O que hiciera 
cantar a Rabindranath Tagore: 
"Gusté la miel de lo ilimitado en la Copa del 
Loto Eterno.
Crucé el túnel de los padecimientos y hallé el recóndito camino de 
la dicha.
Y vi unos rayos de luz cruzar el desierto mudo de la noche".
En 
innumerables tradiciones, separadas por espacios y por siglos, vemos emerger 
cíclica- mente la leyenda de un cáliz perdido, un recipiente maravilloso que 
contiene un Sagrado Licor de Vida. Según el cristianismo, el Cáliz habría sido 
tallado por los ángeles de una esmeralda caída de la frente de Lucifer, cuando 
luchaba con el arcángel San Miguel sobre el cuerpo de Moisés. Esta Piedra bien 
nos evoca el Tercer Ojo de los orientales, el sentido de eternidad o la facultad 
de percibir lo divino que el hombre ha perdido, sumergido ahora en la materia y 
convertido en un ser ciego e ignorante de su pertenencia a otro Universo. 
Cristalizado, yerra a través del desierto de la vida a la búsqueda de una 
respuesta a su eterna pregunta: Millones de veces formulada, jamás del todo 
contestada.
Esta Caída del Hombre a los abismos insondables de la materia, 
causada por una desovediencia al mandato divino, nos lleva a pensar en el 
misterio cristiano del pecado original, íntimamente unido al secreto del Grial. 
A pesar de que para la espiritualidad oriental el alma nace libre e iluminada, 
cubierta únicamente por el espejismo de Maya, del cual ha de liberarse, para la 
teología del cristianismo de la Iglesia de Piedra el Hombre nace culpable de un 
error cometido por ancestros que nos son muy lejanos en el espacio y en el 
tiempo. Pero a la luz de la Tradición Iniciática, el misterio de la simbólica 
Caída provocada por Adám (el hombre arquetipo) tras comer de los frutos del 
Árbol de la Vida, no se presenta como un error en sí, sino como una condición 
necesaria para un proceso cósmico. El hombre divino se encarna por un acto de 
amor, para que Dios, la unidad, el Ser Supremo, como dice la Kábbalah, se 
contemple a sí mismo.
Pero Dios no deja solo al Hombre, y el Grial, la joya 
perdida, aparece entonces como un vínculo eterno e indisoluble, como el símbolo 
de una Gracia accesible al ser humano en su sendero de Retorno hacia la 
eternidad. Unidad reencontrada que en la alquimia es representada por las 
nupcias místicas del Rey y de la Reina, y en los relatos de caballería como la 
unión idealizada del caballero con la dama, deseo inconsciente de unidad consigo 
mismo, de matrimonio sagrado del alma y la mente.
En la Eucaristía Cristiana, 
el Cáliz ocupa un lugar fundamental. Sobre El y a través del vino se vierte el 
poder del Amor del Cristo en el instante de la Consagración y de allí a través 
del sacerdote -debidamente protegido con mantos, joyas y piedras, en la antigua 
liturgia- a los fieles, que con la cabeza inclinada reciben el Soplo Divino. Sin 
embargo, la Iglesia nunca ha pretendido desarrollar el alto simbolismo del 
Grial, quizá por relacionarlo con ciertas herejías que alrededor de él han ido 
edificándose a lo largo de la historia, a pesar de que la Iglesia misma había 
sido construida sobre una simbólica piedra. Pero si existe una Iglesia de Pedro, 
exotérica, visible, mortal, existe igualmente una Iglesia de Juan, esotérica, 
iniciática, invisible e inmortal, edificada sobre el propio Grial y accesible 
únicamente a través del estrecho portal de la Iniciación Mayor. A esa Iglesia 
Interior, Griálica, pertenecieron los más ilustres Maestros del Pasado.
La 
tradición nos enseña que para el corazón sincero y valeroso pueden abrirse los 
portales de ese Castillo Venturoso, ciudadela del Grial, que según la leyenda 
puede aparecer en cualquier momento y en cualquier lugar. Mont Salvage, montaña 
de la salvación, centro del mundo o montaña cósmica, pero ante todo centro de sí 
mismo y morada del Alma humana.
Todo nos revierte una y otra vez al misterio 
mismo de la encarnación del Alma y la búsqueda de "algo que está perdido", ya 
sea el Cáliz de la Última Cena, los Planos del Templo de Salomón, la Tumba de 
Cristian Rosentkreuz, o la misteriosa Palabra Perdida de los Rosa+Cruces. Unidad 
del Ser representada también en la tradición Artúrica por el misterioso símbolo 
de la espada hendida en la Piedra. Arma de poder iluminador que en numerosas 
tradiciones representa a la sabiduría que ilumina las tinieblas. Prueba 
caballeresca por excelencia y condición fundamental para acceder al Santo Grial, 
se dice que apareció súbitamente la noche de Navidad, durante la misa. 
Hondamente hundida en una mágica Piedra, iba acompañada de un mandato profético: 
Aquel que extraiga esta espada de esta piedra será rey por derecho de 
nacimiento.
Pero el alto significado místico de la espada, también común a 
innumerables tradiciones, nos lleva aún más lejos en nuestra búsqueda. En la 
leyenda de los Nibelungos, Siegmund, padre de Sigfrido, rompió la espada que 
había extraído del Árbol del Mundo contra el yelmo de Odín. Antes de morir, 
Siegmund entregó a su esposa ambos fragmentos de la espada rota que ésta debía 
transmitir a su hijo. Sigfrido logró recomponerla, volviéndola a forjar, y con 
ella dio muerte, instado por el Rey Regín, al dragón, quien también le ordenó 
cocer el corazón del monstruo. Por azar, Sigfrido probó el corazón del dragón, y 
se dice que inmediatamente comprendió el Lenguaje de los Pájaros (la lengua 
primordial no escrita ni dicha) quienes le advirtieron de la traición del Rey...
Excalibur, la célebre espada del Rey Arturo, forjada por los dioses cuando el 
mundo aún no existía, según la leyenda, es entregada a Arturo por la Dama del 
Lago. La sabiduría, una vez más, es extraída de un medio acuático. Pero la 
espada es también otro símbolo del centro del mundo, del Axis Mundi o interior 
del Ser. Fuerza poderosamente vertical que desciende sobre la materia virgen 
fecundándola y creando la vida. La espada como vehículo iniciático por 
excelencia y objeto -como el cetro- transmisor de poder, posee una importancia 
primordial en la iniciación caballeresca de todos los tiempos.
MERLÍN: EL PODER SACERDOTAL
Hijo de un íncubo y de una virgen, 
Merlín, el célebre druida de la corte del rey Arturo, asume también un relevante 
papel en el misterio Griálico. Es él quien invoca a la Dama del Lago para que le 
otorgue Excalibur. El Mago es el símbolo del poder teúrgico, de invocación y de 
dominio de las fuerzas y elementos de la Naturaleza, de conjurar los espíritus y 
de alterar la trama ilusoria de Maya. Mundo a través del cual se ve obligado a 
actuar el Hombre hasta reencontrar la vía directa de acceso a la divinidad sin 
el intermedio de la Naturaleza. Es entonces cuando el Grial comienza a asumir su 
verdadero valor, ya que a través de Cristo como mediador y de la Eucaristía, los 
portales hasta ahora cerrados de acceso a la divinidad quedan abiertos para el 
Hombre. Merlín ayuda a Arturo a edificar Camelot, ciudadela utópica erigida con 
plata y oro -símbolos lunar y solar- en la que el mal, la dualidad, la 
ignorancia de la luz, todavía no habían sido erradicados.
Seducido por los 
encantos de Morgana, hermanastra de Arturo -es decir, una polaridad del Rey-, 
Merlín es confinado en un abismo de cristal en algún lugar del bosque de 
Broceliande, en Bretaña. Desprovisto del poder sacerdotal de Merlín, Arturo toma 
consciencia de la importancia del Grial para ocupar el Vacío y restituirá a la 
Tabla Redonda su valor Místico. Al igual que la Humanidad, que vanamente busca 
la felicidad en el mundo ilusorio de Maya, Arturo toma consciencia de ese Vacío 
que ha de ser ocupado por la posesión de una verdad iluminadora y eterna. La 
caballería terrestre abandona entonces el estado de quietud para aventurarse en 
la más sagrada de las gestas, en la que muy pocos lograrán sobrevivir, la 
herranza mística en la que los hombres todavía estamos comprometidos. Arturo 
ordena partir a sus caballeros a los cuatro vientos y prestar únicamente 
atención a la Providencia que, a través de señales, portentos y prodigios, 
muestra al buscador el sendero que ha de conducirle a Aquello que está 
Perdido...
EL GRIAL EN ORIENTE
Tan antiguo como 
el propio mundo, revestido de tradiciones, de épocas y de culturas, el Santo 
Grial es un punto de unión entre Oriente y Occidente.
El Buda Sakyamuni 
conservó durante toda su vida una sola posesión terrestre, su cuenco de limosnas 
-patra o kelasa-, recipiente sobre el cual el Budismo fue simbólicamente 
edificado, cuando rodeado de sus discípulos, el Majestuoso plegó en cuatro 
partes su túnica y puso su cuenco vacío sobre ella, construyendo así el primer 
stupa, el templo espiritual que simboliza la elevación del Hombre desde la 
materia hacia el espíritu. Y también sobre el misterioso vacío del Cáliz de Buda 
se vertía el elixir de la inmortalidad, el Samudra, dispersar de las tinieblas y 
gran iluminador. Según la leyenda, que deberíamos interpretar de forma simbólica 
y profética, este Cáliz se perdió tras la muerte del Buda y será reencontrado 
cuando se acerque el Tiempo de Shambalah.
En el Mahabaratha, crónica de la 
gran guerra, Indra robó el Cáliz del Rey de los Nagas y lo llevó a los Cielos. 
Este Cáliz de inmortalidad contenía la Amrita, brebaje mistérico, fuego 
iluminador que atraviesa las tinieblas, que de la ignorancia conduce a la 
sabiduría y de la muerte a la inmortalidad. Soma místico cantado así por el Rig 
Veda:
"He probado, en consciencia, el sublime elixir.
El 
	complaciente, el gran liberador,
aquel que todos, dioses y mortales, 
	buscan llamándole la Miel...
Hemos bebido el Soma, nos hemos hecho 
	inmortales..."
Podríamos igualmente viajar al mundo islámico para 
	meditar, en Medina, sobre la Piedra Kaaba, Piedra blanca que en el curso de 
	los tiempos devino negra tras asumir los pecados del mundo. Pierre Ponsoye, 
	en su obra sobre el Islam y el Grial, nos habla de esta piedra asimilándola al Santo Grial del cristianismo: La Piedra fue traída a la Tierra 
	por los ángeles y más tarde llevada a las Indias, donde estaba situado el 
	Paraíso Terrestre. Ella es el principio Eucarístico del cual se alimentan 
	exclusivamente los elegidos. Cura las enfermedades, conserva la juventud, 
	preserva de la muerte. Atrae a los hombres en gran número, pero nadie la 
	descubre, sino aquellos que son predestinados.
¿Cómo no relacionar la 
	leyenda Griálica del Rey Pescador o del Rey Herido, curado con la lanza de 
	Longinos por el propio Perceval, y el mítico rey de las indias, el Preste 
	Juan? Monarca misterioso que habitaría en algún lugar secreto de Oriente y 
	que sería, al parecer, el legítimo poseedor del Grial. En el Reino del 
	Preste Juan habitarían seres maravillosos, unicornios y aves fénix y 
	existirían grandes tesoros, ríos de oro y de plata, y tal como relata una 
	carta manuscrita de este regente de Oriente enviada al Papa Alejandro III en 
	el año 1165...: En nuestra tierra hay también abundancia de vino y todo lo 
	que es bueno para el hombre, y aquel que lo bebe pierde todo deseo por las 
	cosas de este mundo... Más adelante nos revela la naturaleza sobrenatural de 
	este vino espiritual: Existe aún otra cosa maravillosa en nuestro palacio, 
	pues en él no se sirven alimentos, sino en una bandeja que cuelga de una 
	columna de manera que cuando estamos a la mesa y deseamos comer, el alimento 
	aparece ante nosotros por la gracia del Santo Espíritu... En aquel paraje 
	maravilloso también se hallaría la fuente de la Inmortalidad, donde el mismo 
	Preste Juan afirmaba haberse bañado varias veces y recuperado la juventud.
	Esta Piedra de poderes sobrenaturales también poseía la facultad de absorber 
	el mal de la tierra y emitir a cambio poderosas vibraciones de luz y de 
	amor, desde el Centro Supremo por siempre en Oriente. Aanna Katherina 
	Enmerch nos dice en sus Visiones: Fue también a Egipto y Moisés lo tuvo en 
	su poder. Estaba hecho de un modo singular, muy compacto y no parecía
	trabajado como los metales. Semejaba el producto de un vegetal. Sólo Jesús 
	sabía lo que era?
CALIZ Y GRIAL
El Santo Cáliz ha sido 
	relacionado muy a menudo con María, la Madre Cósmica, o la divina Shakty. 
	Isis para los egipcios, Devaki en la India, Dolma o Tara para los tibetanos, 
	María, la Madre de Cristo, ha estado siempre estrechamente ligada con el 
	misterio del Cáliz. El propio Tomás hace alusión a la Piedra como el Alma de 
	María. Hay un gran enigma en ello. María como recipiente Cósmico que recibe 
	en su seno la Luz de Cristo, el Grial. Por esta razón María, la Madre 
	Materia, es llamada por los cristianos, en la letanía de Loreto, Vaso 
	Espiritual, Vaso Honorífico, o Vaso Insigne de Devoción, considerando su 
	Sagrado Vientre como el lugar -seno- donde se manifiesta la divinidad, 
	convir- tiéndose ella misma en el jardín del Grial o la Fortaleza Venturosa. 
	Nuestra reflexión nos lleva entonces a las misteriosas palabras del Génesis: 
	... Pero la Tierra era informe y vacía y las tinieblas cubrían la
	superficie del caos.
Quizá el más lamentable error cometido por 
	estudiosos e historiadores en su búsqueda de la revelación del enigma 
	griálico ha sido confundir el Cáliz, vehículo, continente, seno, matriz, con 
	el Grial, Luz, Gracia, Amor Puro, contenido espiritual de la Divinidad. El 
	Génesis nos dice de nuevo:
... y el espíritu de dios (Elohim) se 
	cernía sobre las aguas.
Y Dios dijo:
¡Que la Luz sea! Y la Luz fue...
Nuestra meditación sobre estos sagrados versículos podría llevarnos muy 
	lejos en la comprensión espiritual del Drama Cósmico que es representado por 
	el mito del Grial. Ese Vacío - obsesión del misticismo oriental- sobre el 
	cual se cernía el espíritu de Dios -que no Dios mismo- representaría el 
	Cáliz, la Madre Divina siempre virgen, la Materia Prima de los alquimistas, 
	la Natura Naturans del Hermetismo. Pero la fuerza universal, el poder 
	creativo del Verbo Divino -la misteriosa Palabra Perdida- descendería 
	vertiginosamente sobre el caos de los orígenes. Es a esa poderosa Presencia 
	a la que deberíamos llamar Grial.
La Santa Virgen es también asimilada a 
	la Shekinah hebraica, receptáculo de la divinidad en el Tabernáculo del 
	Templo o en el propio corazón del Hombre. Símbolo lunar, en el sentido 
	sagrado del término, es a menudo representado en forma de espejo ojival 
	(vesica piscis), tras las imágenes de María en la gran metrópoli gótica.
	Es así descrito por Frantz Hartmann: "Sea cual fuere la fuente a la cual nos 
	referimos, encontramos siempre la misma respuesta. A saber, que esa Divina 
	Luz del Logos es el fundamento de toda existencia... es a la vez la cosa más 
	evidente sobre la Tierra y el más grande de todos los misterios. Es la 
	Shenah de los judíos, la Sophia de los gnósticos, el Fohat de los budistas, 
	la Madre de Cristo de los cristianos, la Isis de los egipcios, la Luz 
	Espiritual de los parsis... y el único Objeto posible y razonable de culto 
	para cualquiera que aspire a la vida eterna".
PERCEVAL: REY DEL 
	GRIAL
La historia de Perceval o Parsifal ocupa un lugar privilegiado 
	en el ciclo artúrico. Símbolo mismo del hombre peregrino a la búsqueda de lo 
	infinito, representa las sucesivas pruebas iniciáticas de todo candidato. 
	Terribles y desesperadas, han de ser franqueadas con éxito para acceder al 
	Santuario del Grial.
El joven Perceval vivía en el corazón de un bosque 
	con su madre, viuda de un Caballero, que odiaba el canto de los pájaros y 
	deseaba aislar a su hijo -como el rey Kudodano hizo con su hijo, el Buda 
	Siddharta- de la visión del mundo exterior. Un día, el joven vio pasar a 
	cinco caballeros a los que tomó por ángeles y, desde entonces, su único 
	deseo fue ser uno de los elegidos de la Tabla Redonda. No pudiendo evitar su 
	partida, la madre cayó muerta de dolor a causa de la pérdida de su hijo.
	Al llegar a la corte de Arturo, Perceval vence al Caballero Rojo y se queda 
	con sus armas, siendo recibido en la Tabla Redonda. Perceval, un espíritu 
	inocente, proviene del bosque, símbolo del error y la oscuridad del mundo, 
	pero también de la matriz misma de la madre universal. Su vocación 
	caballeresca indica su deseo de consagrarse a la búsqueda de la verdad. La 
	madre, símbolo de la naturaleza, intenta sujetar al hombre, sumiéndolo en 
	los espejismos de la existencia. El lenguaje de los pájaros, que en la 
	tradición espiritual simboliza la llamada del alma y la música primordial 
	del espíritu que su madre aborrece, demuestra claramente el deseo vehemente 
	de la materia por enclaustrar al espíritu, evitando así que el hombre 
	descubra la verdad de la trama ilusoria de Maya, que supondría el final 
	inexorable de ésta.
Perceval posee, no obstante, el deseo de iluminación, 
	y su vía es la del corazón. Por ello escoge las armas del Caballero Rojo, 
	que tienen el color de la sangre y del sacrificio, entendiendo el término 
	"sacrificar" por "convertir en sagrado". Pero su inocencia es también 
	ignorante. Perceval es puro pero no es sabio. La pureza ha de convertirse en 
	sabiduría a través del proceso iniciático.
Más tarde visita a Gorneman, 
	el Hombre Prudente, quien le enseña el oficio de las armas y las virtudes 
	caballerescas, haciendo especial hincapié en la prudencia. Perceval llega al 
	castillo del rey Pescador, quien sufre de una enfermedad incurable, y es 
	introducido en una gran sala donde, asombrado, contempla a un paje que 
	sujeta una lanza sangrante. Detrás, una doncella sostiene el Santo Grial en 
	sus manos. Una gran aureola inunda la sala mientras el cortejo se
	detiene frente a Perceval quien, recordando los consejos de Gonerman, no se 
	atreve a hacer la Pregunta. Le falta el valor, con lo que infringe una de 
	las leyes sagradas de la iniciación.
Tras su error, que condena al mundo 
	a continuar sumido en la oscuridad y al hombre, simbolizado por el rey 
	Pescador, a sufrir el tormento de una herida que jamás se cierra, Perceval 
	pierde la memoria de Dios y lucha en combates terribles contra caballeros 
	desconocidos, errando por la Tierra convertido en un vagabundo. Entra así en 
	el ciclo madurativo, ya que la inocencia ha de ser ungida con la 
	experiencia.
Un día encuentra a una doncella vestida de harapos que le 
	comunica que sus labios no pudieron abrirse en presencia del Grial como 
	castigo por haber dejado morir de dolor a su madre. Esta doncella representa 
	al guardián del umbral, la propia consciencia interior que le pone frente a 
	las consecuencias kármicas de sus actos. Al fin, Perceval es liberado del 
	espejismo de su propia mente, alcanza la iluminación y ve erigirse ante él 
	la imagen del Castillo Venturoso. El Grial aparece de nuevo y esta vez osa 
	hacer la Pregunta. En ese mismo instante el Rey Pescador recupera la salud y 
	le designa como su legítimo sucesor. La leyenda afirma que Perceval murió 
	ante la contemplación del Grial. En palabras de Oswald Wirth: "El iniciado 
	debe saber morir para renacer en el mundo superior". Consumidos los últimos 
	residuos de la obra, Perceval es Uno con el Universo, es Uno con Dios.
	LA CAÍDA DEL REINO
Pero una segunda oportunidad se presenta 
	ante Lanzarote. Arrepentido y errante, cae en un profundo sueño en una 
	ermita y pide entonces, humildemente y con fervor, la contemplación del 
	Grial. En su sueño es llevado sobre las aguas por una nave misteriosa 
	durante un viaje de muchos meses. Este navío le deja de nuevo en el Castillo 
	Venturoso y le es dado contemplar el Grial desde lejos. Lanzarote ha 
	reconocido la presencia divina en sí mismo y entra en el reino de la 
	iluminación, redimido por la sagrada visión.
De regreso a la corte, 
	Lanzarote anuncia a la reina su conversión, pero Agrawain les sorprende 
	juntos y se lo cuenta al rey. Éste, una vez más, rehúsa aceptar tales 
	calumnias, aun sabiendo la verdad, hasta tal punto es grande su amor por 
	ambos. Pero por fin, ante la evidencia de las pruebas, monta en cólera y 
	ordena a Agrawain y a Mordred que den
muerte a Lanzarote. Los 
	conspiradores atraen a los amantes hacia una emboscada y el rey, convencido 
	esta vez de su culpabilidad, condena a Ginebra a la hoguera. Lanzarote, que 
	ha logrado huir, salva a la reina dando muerte a Agrawain, a Gerehes y, por 
	error, a Gaeriet, a quien todo el mundo amaba, refugiándose ambos amantes en 
	el Castillo de la Guardia Gozosa.
Arturo sale a combatir contra 
	Lanzarote, dejando imprudentemente Camelot bajo la custodia de Mordred, el 
	infame. A su regreso, su hijo se ha hecho con el poder y Arturo debe 
	enfrentarse a él. En el transcurso de la gran batalla de Salisbury, Arturo 
	acaba con Mordred pero éste, agonizante, le hiere mortalmente. Ante la 
	inminencia de su final, Arturo pide a su escudero que arroje a Excalibur en 
	medio de un lago. La espada se hunde en el fondo de las aguas, llevada por 
	la mano de la Dama del Lago. Arturo es transportado al Oriente Místico, 
	Avalon, por un navío dorado.
El poder del conocimiento perfecto, 
	simbolizado por la espada Excalibur, le fue dado a Arturo para unir la 
	Tierra, no para utilizarlo en la defensa de su propio honor o de su ego. 
	Así, Arturo pierde su poder por orgullo, con lo que el rey y su reino, la 
	Humanidad misma, entran en el ciclo involutivo, la "noche oscura" o el Kali 
	Yuga de los orientales. Esta caída no es fortuita, forma parte de un proceso 
	cósmico porque Camelot no era todavía el estado espiritual perfecto. Los 
	caballeros han de lanzarse a una desesperada aventura, de la que sólo unos 
	pocos lograrán sobrevivir, guiándose únicamente por señales, prodigios o 
	signos en el sendero. La misión de la Caballería Terrestre ha terminado y 
	comienza la santa misión de la Caballería Celeste.
GALAHAD. EL 
	MEJOR CABALLERO DEL MUNDO
Descendiente directo de José de Arimatea, 
	Sir Galahad o Galaad y a veces también Galaz el Puro, "aquél en el que 
	Cristo mismo se refleja", es el único caballero que llega a poseer el Grial, 
	mientras los otros sólo pueden verlo, como Perceval, y aún de lejos, como 
	Lanzarote. Pero Sir Galahad no sigue la vía común de los hombres porque es 
	un "Cristo viviente". En la personalidad de Sir Galahad encontramos 
	profundamente mar- cadas las características del avatar del hinduismo, 
	término sánscrito que vendría a significar "llegado con el consentimiento de 
	lo más alto en beneficio del mundo inferior".
Según la tradición, cuando 
	Galahad llegó a la madurez fue introducido en la corte de Arturo por un 
	misterioso anciano de blancas vestiduras. Tras sucesivas pruebas, fue el 
	único que pudo ocupar el Asiento Peligroso, reservado al Mejor Caballero del 
	Mundo. Logró extraer una vez más la espada de la piedra, mientras una dama 
	anunciaba que Lanzarote ya no era El Mejor Caballero del Mundo. Durante el 
	banquete de los caballeros, una Eucaristía, una ceremonia cósmica, el 
	Santo Grial apareció "para dar a cada uno de los presentes aquello que su 
	corazón más ansiaba". Sir Galahad, vestido de blanco y con una cruz roja en 
	el pecho, es a la vez monje y guerrero, sacerdote y rey, un miembro de la 
	Santa Orden del Sumo rey sacerdote Melquisedec. Galahad es la meta última 
	"donde se ocultan el Grial y la Palabra".
La Tabla Redonda, la Santa 
	Búsqueda del Grial, las hazañas, aventuras y desventuras de los Caballeros 
	del Rey Arturo, la Avalón Cósmica y su reflejo terrestre, Camelot, son una 
	contraparte microcósmica del secreto designio del Universo, del "plan 
	Divino" expresado en esta Tierra por la sagrada Iniciación a los Misterios 
	de la Tradición Primordial. Las pruebas iniciáticas de cada Caballero de la 
	Mesa Redonda y del propio rey Arturo, Merlín, Ginebra, Morgana, Viviana, 
	Lanzarote, Perceval, Mordred, Galahad y los demás personajes de la trama 
	artúrica, corresponden a los diferentes estados del ser, pruebas 
	iniciáticas, fracasos y triunfos de la Humanidad en el exilio cósmico.
La 
	búsqueda del misterioso Reino del Grial es el secreto designio de todo 
	hombre en la aventura del alma por la conquista de sí misma, y al igual que 
	en cada uno de nosotros puede existir un oscuro Mordred, también dentro del 
	alma humana se encuentra un reflejo del Mejor Caballero del Mundo. En el 
	umbral de la era cósmica, la Caballería y su ideal espiritual retornan a la 
	Humanidad aportando el perdido sentido de nuestra pertenencia a la 
	Eternidad.
La comunión con el Grial lleva a los caballeros errantes a la 
	experiencia transfigurativa. Tras su visión, Perceval es elevado a los 
	Cielos; Lanzarote, quien lo contempla de lejos, es redimido de todos sus 
	errores y Galahad, el puro, se desvanece en el éxtasis. El Santo Grial, tal 
	vez el símbnrial, posee también el poder de limpiar el karma de los hombres 
	y abrir los portales de la vida cósmica. Ese Cáliz, recipiente sagrado de 
	algo que no es de este mundo, identificado con la constelación de Virgo en 
	la bóveda celestial, y que asume precisamente la forma de una copa, ¡es en 
	verdad el único objeto posible de búsqueda! Lapis Exilis, Piedra del Exilio 
	Cósmico del Hombre voluntariamente encarnado en la materia, cristalizado en 
	la forma por un acto de amor, es también un Lapis Excelsis, una Piedra 
	Excelsa que une al Hombre con su verdadera naturaleza divina.
La Espada 
	en la Piedra, la Rosa en la Cruz, la Llama en el Cáliz, la Joya en el Loto. 
	Un mismo estado espiritual, una misma realización prometida a los hombres 
	aventureros de la vida cósmica. En el umbral de esta Era Cósmica, Oriente y 
	Occidente, corazón y mente, se unen en un mismo símbolo: el Vacío de toda 
	pasión terrena en el corazón del Hombre, donde mora el Fuego Sagrado de la 
	Divinidad. Fuego y Vacío, amor y silencio, Grial y Cáliz, fusión, ignición 
	del Ser en las llamas del amor incondicional que nos lleva a creer en las 
	palabras de Cristo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida...".
	

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