Anécdotas Aeronáuticas
Ernesto Miguel Burga Ortiz
El Residencial FAP es un edificio multifamiliar de 9 pisos, destinado 
a proporcionar alojamiento a los oficiales y sus familiares.
En un gran salón 
de recibo en el primer piso, con techo de doble altura, se encuentra la Recepción 
del Residencial; frente a ella, en el lado opuesto, en lo que vendría a ser el segundo 
piso, hay un mezzanine al cual se accede por una escalera curva, ocupado por las 
oficinas administrativas y una sala de juegos. Detrás del edificio hay espacio para 
recreación, lo que comprende una piscina, conformando un conjunto ideal para los 
niños. 

Hans Gottfried, cuyo sobrenombre era el “niño terremoto”, debía 
su apodo a que había nacido apenas 10 días después de la catástrofe del Callejón 
de Huaylas y porque él mismo era un verdadero terremoto. Por entonces tenía 4 años 
y era un niñito muy simpático, de cabello claro y pecoso parecía la materialización 
de “Daniel el Travieso”. Educado y afable despertaba gran simpatía entre los que 
lo conocían porque además no era tímido, por el contrario, era muy amiguero, de 
sangre dulce.
Pocos días antes había llegado un avión Búfalo C-115 y la tripulación, 
que estaba alojada en el Residencial, decidió ir a jugar billas en sus horas de 
descanso. En cuanto Hans, que se encontraba en una de sus incursiones, vio a los 
desconocidos oficiales, decidió que era buena oportunidad para hacer nuevas amistades 
y se encaminó al mezzanine; pronto estuvo en amena charla con los pilotos foráneos. 
Ticha, que conocía las virtudes de su vástago, se quedó en el primer piso sentada 
en un sillón, mirando hacia el mezzanine y al pecoso.
Cuando los oficiales 
terminaron de jugar también terminaron su conversación con Hans al que, al verlo 
que inquieto se movía de un lugar a otro, le advirtieron que tuviera cuidado con 
la escalera, esta advertencia llamó la atención de Ticha que levantó la mirada en 
el preciso momento que el niño, abriendo los brazos, se colocaba entre dos balaustres 
al tiempo que con su aguda vocecita reclamaba atención
- Mírame, mamá
¿Quiso asustar a su mamá? No se sabe, lo cierto es que aun con los brazos abiertos 
no le fue suficiente para tomar los balaustres y se precipitó al vacío. Ticha, que 
estaba muy cerca, en el primer piso, se abalanzó con los brazos extendidos tratando 
de recibirlo, no obstante, por lo rápido de los hechos, no alcanzó a contenerlo 
del todo y Hans se golpeó la cabeza contra el piso quedándose exánime y con los 
ojos en blanco.
- ¡Llamen al médico!...... ¡Que venga la ambulancia!..... 
¡Virgen santísima, pobre angelito! - El revuelo era terrible, un verdadero caos 
- ¡Llamen a Gottfried!..... ¡Avisen a Sanidad!..¡Una camilla, una camilla! – Alguien 
corrió a la central telefónica, que estaba al costado de la Recepción, y pidió que 
la comuniquen con la Base
- ¡Aló, aló! Avísenle al teniente Gottfried que 
su hijo se ha caído del techo y está en coma…¡ Sí, sí, el hijo de Gottfried, está 
en coma!
Ticha reaccionó rápidamente, sin prestar oídos a las voces que sugerían 
una y otra cosa cargó en vilo a Hans y corriendo lo llevó al baño de varones, su 
idea era que la forma del urinario le permitiría ponerle la cabeza directamente 
bajo el chorro de agua, y así lo hizo, sólo pasaron unos cuantos segundos cuando 
Hans recuperó la conciencia, miró a su mamá y se puso a llorar del susto.
Ese día, después de las radiografías y exámenes de rigor, Hans se quedó internado 
en la Sanidad del Grupo Mixto N*6, para observación, y Ticha con él. Dos días después 
lo trasladaron a Lima para una evaluación completa que, gracias a Dios, resultó 
sin novedad.
El Residencial FAP de Chiclayo fue concebido tomando en cuenta, 
entre otros factores, el cálido clima del lugar, lo que determinó que debería tener 
amplios espacios y eficiente ventilación, los pasadizos se hicieron amplios y protegidos 
por muros, de pared a techo, con ladrillos cerámicos rojos; puestos alternadamente 
forman hexágonos dejando espacios de ventilación, lo que le da aspecto de colmena. 
En la parte interna del conjunto, a la espalda de la fachada, hay una amplia zona 
de esparcimiento, que incluye una piscina, parrillas y jardines. 
- ¡Señora 
Ticha, señora Ticha! – Los gritos se escucharon algo lejanos, pero evidente que 
la persona que los profería se acercaba rápidamente. Antes que Ticha pudiera abrir 
la puerta se escucharon en esta fuertes y apremiantes golpes
- ¡Qué pasa… 
qué pasa… qué gritos son esos!
- Señora, tiene que traer a Hans – El Administrador 
del Residencial se veía nervioso

E. Hudtwalcker
- ¿A Hans, de dónde, dónde está?
- ¿Del sexto piso? ¿Y 
qué hace ahí? – Sin esperar respuesta emprendió veloz carreara al lugar indicado. 
Cuando llegó comprendió la situación y el porqué del nerviosismo del Administrador. 
No se sabe quién fue el de la idea, pero para el caso daba lo mismo, la banda de 
“angelitos” conformada por los chicos Pereyra, los Enrico y Hans, que era de menos 
edad y menor tamaño, había decidido hacer una de sus “travesuras”: subir hasta la 
azotea por la parte externa del edificio utilizando los agujeros de la pared, aventura 
que habían iniciado desde el cuarto piso. “Lamentablemente”, según los angelitos, 
alguien había visto a los escaladores cuando estos estaban ya entre el quinto y 
el sexto piso y le había avisado al “traidor” del Administrador que sólo atinó a 
llamar a las madres, las que recibieron “amorosamente” a sus escaladores chicos. 
s. 
Hans tenía cuatro años y meses.
Hans y la bandera
El año 1975 fue para Hans un año memorable, el 10 de Junio había cumplido cinco 
años y las aventuras que vivía en Chiclayo no tenían cuando acabar. Hacía poco, 
el 23 de julio se habían celebrado la Fiesta del Día Caza, con sus discursos, desfile 
de tropas y, sobre todo, con el desfile aéreo; unos días después se celebró el Día 
de la Independencia Nacional, nuevamente con discursos, desfile de tropa y desfile 
aéreo. 
Los niños vivían intensamente esos días de exaltación patriótica 
y Omar Faura y Hans Gottfried no eran ajenos a ello, por tal motivo decidieron que 
irían a saludar y tocar la bandera ¿Cual podía ser? Pues la del Residencial, por 
supuesto. Efectivamente, se pusieron en acción. 
El comedor del Residencial 
quedaba en el noveno piso, rodeado de grandes mamparas que cubrían casi la mitad 
del contorno; para una adecuada ventilación habían sido previstas seis filas de 
vitro vent, tres en la parte superior y tres en la parte inferior, estos últimos 
empezaban a ras del piso. Perimetralmente, a un metro y medio de las mamparas, había 
un muro también de un metro y medio que formaban un pasadizo. Por alguna desconocida 
razón, tal vez exprofeso, en la parte de la fachada el muro presentaba un espacio 
que fue aprovechado para poner el asta de la bandera, básicamente un tubo metálico 
que se proyectaba horizontalmente hacia el exterior.
En cuanto llegaron al 
comedor se dirigieron a la gran mampara de vidrio que daba acceso a la terraza y 
al asta de la bandera, dándose con la sorpresa de que estaba cerrada con llave...
- ¿Y ahora qué hacemos? – Preguntó Hans, medio desanimado
- 
No importa, 
sacamos estos vidrios del vitro vent de abajo y por ahí pasamos – Omar actuaba con 
gran suficiencia. Se pusieron en acción y en contados minutos estuvieron del otro 
lado.
- Mira, ahí está el asta, yo voy adelante y tú me sigues ¿Ya?
- Ya, yo te sigo – concluyó Hans con aplomo

E. Hudtwalcker
Omar se puso a horcajadas sobre el tubo y luego se echó abrazando 
el metal, afirmó bien las piernas y empezó a avanzar, a continuación Hans hizo lo 
mismo, poco a poco fueron avanzando pensando en el instante glorioso en que podrían 
tocar la bandera ¡Su bandera!
Uno de los centinelas vio de lejos que dos 
chicos estaban en el noveno piso, encaramados en el asta de la bandera del Residencial 
¿Qué hacían ahí? Inmediatamente dio la alarma, gran ajetreo, gente que corría sabe 
Dios a donde, teléfonos que sonaban. En resumen, un alboroto.
- Tranquilidad, 
calma, que vayan solamente los padres ¡Solamente los padres! ¡Ticha, Hans está más 
cerca, llámalo! ¡Con calma, con calma, no lo vayas a asustar! – decía John
- ¡Matty, contrólate! No le hagas notar que estás preocupada, tranquilidad, 
tranquilidad - musitaba César Faura – el otro angustiado padre 
- ¡Qué tranquilidad 
ni qué tranquilidad ¿No ves que se pueden matar? – retrucó Ticha llena de espanto
Efectivamente Ticha se aproximó para llamar a Hans, pero Matty Faura no pudo 
contenerse y también se aproximó 
- Hansito ¿Por qué te has subido ahí? Ven 
hijito, con calma, ven, despacio hijito, no te apures – Ticha quería parecer tranquila 
pero el temblor de sus manos la delataba 
- ¡No Hans, no vayas! ¡Nos van 
a pegar! – Omar Faura no creía en esa aparente tranquilidad
- Hansito, ven 
hijito, nadie te va apegar, ven nomás – (¡ahora vas a ver, muchacho de mierda! ¡Ay, 
no, Dios mío! Que regrese con bien) – Ticha angustiada no sabía qué más hacer, Hans 
empezó a retroceder atendiendo el llamado materno, todos estaban en angustioso silencio, 
anhelantes miraban cómo Hans retrocedía lentamente, de pronto se detuvo y trató 
de voltear para mirar a los que los estaban esperando. John, su padre, se dio cuenta 
que el niño apretaba las manos sobre el tubo con más fuerza que antes y comprendió 
que estaba perdiendo confianza y temió lo peor, en su angustia por no saber cómo 
ayudar a su hijo se le ocurrió una idea, corrió hacia una de las mesas en el comedor, 
de un tirón tomó un mantel y lo enrolló, como una soga
- Hans – cuando el 
pecoso escuchó la voz de su padre trató de voltear a mirarlo - no voltees – le dijo 
con una tranquilidad que no sentía – te voy a enlazar para que no te caigas – lanzó 
el mantel que quedó colgando del hombro de Hans; este, creyendo que efectivamente 
estaba enlazado reinició con más confianza el retroceso hacia el edificio - retrocede 
nomás, despacio, no te vas a caer ….despacio…despacio
- Omar, tú también 
hijito, retrocede despacio, no te apures – Matty Faura se mordía el puño, al borde 
del llanto
- ¡Nooo… tú me vas a pegar! – Omar no caía en el juego, seguía 
aferrado al asta mientras Hans había empezado a deslizarse hacia atrás por el tubo
- No, hijito, te prometo que no te voy a pegar – Matty no sabía qué más hacer 
– hijito te prometo que no te voy a pegar….de verdaad
- ¡Nooo, tú me vas 
a pegaaar! - Omar se mostraba irreductible en su decisión
- ¡No hijito, no 
te voy a pegar! - (Te voy a moler a palos)
Ticha se sintió algo aliviada 
cuando vio que Hans empezó a retroceder, pero Matty estaba al borde de la crisis 
y Omar no daba señales de querer regresar; a ambas mujeres les parecía que el asta 
era larguísima, interminable, y que los muchachos estaban lejísimos, aunque no era 
así; el asta sobresalía 5 m del borde de la azotea y los muchachos estaban a horcajadas 
a dos metros escasos, pero a más de 20 metros de altura.
- Hijito, ven, por 
lo que más quieras – Matty ya no podía más, ya casi estallaba en llanto
- 
Omar ven ... mi mamá me ha dicho que no nos van a pegar - Parece ser que la vocecita 
de Hans animó a Omar, que empezó a retroceder, sentado como estaba. En ese momento 
Hans llegó al alcance de Ticha que lo cargó y lo estrechó contra su pecho, pugnando 
por no llorar. Poco a poco Omar fue avanzando, hasta que estuvo al alcance de César 
Faura, su padre, que de un jalón lo puso a buen recaudo.
- A continuación 
se escuchó la voz llorosa de Omar quien, mientras recibía una lluvia de coscorrones 
de su mamá, aún tuvo arrestos para reclamar
- ¡Hans … te dije que nos iban 
a pegaaar…BUUUU!
Hans tenía recién cinco años de edad.

Hans y las siete vidas
Ticha se encontraba 
sentada en la sala de su departamento, había dejado la puerta abierta, tanto para 
tratar de paliar el calor de la tarde como para tratar de mantener a la vista a 
su angelito. Ensimismada en sus pensamientos estaba de lo más tranquila porque Hans 
rondaba por los alrededores y eso suponía que no estaba haciendo alguna diablura, 
hasta que escuchó la voz de su querubín, que desde el pasadizo frente al departamento 
le gritaba a alguien que estaba abajo
- ¿Cómo llegó?... ¿Tiro el otro?
– 
luego un silencio
¿Quééé…tiro al otro? - Ticha se sobresaltó ¿por qué ese silencio? 
rápidamente se puso de pie y presurosa se dirigió al pasadizo, sólo alcanzó a ver 
la rubia cabecita de Hans que desaparecía por la puerta de la escalera de servicio
- ¡Hans! …¿Qué estás haciendo? – No hubo respuesta
Preocupada corrió 
hacia la escalera…vacía, Hans había desaparecido; presionó repetidamente el botón 
del ascensor para bajar al primer piso y averiguar qué estaba sucediendo. Cuando 
llegó a la planta baja se quedó indecisa sin saber a dónde dirigirse; en ese momento 
escuchó dulces voces infantiles provenientes del patio de los calderos. El espectáculo 
que encontró la dejó muda momentáneamente; "Niño Dios”, que debía su apodo a que 
“nadie lo podía ver” ya que era sinónimo de travesuras a veces dañinas, era el que 
capitaneaba el grupo, y Hans y otros galifardos de la pandilla contemplaban los 
cadáveres de dos pequeños gatitos evidentemente estrellados 

E. Hudtwalcker
- ¡Qué barbaridad! Qué malos, pobres gatitos ¿por qué han hecho 
eso?
- ¡Pero mami! Mi papá me dijo que los gatos tienen siete vidas
Hans y la Virgencita
En la oficina del Estado Mayor del Ala Aérea N*1, silenciosa por 
ser sábado, repiqueteó la campanilla del teléfono, John se sobresaltó, estaba trabajando 
en unos documentos que debían evacuar a Lima el lunes a primera hora, era el único 
oficial trabajando ¿Quién y por qué lo llamarían? 
- ¿Aló? 
- ¿Mayor 
Gottfried?
- Sí, mayor Gottfried ¿Quién pregunta?
- Mi mayor, habla 
el Administrador del Residencial, por favor venga tan pronto pueda
- ¿Por 
qué, qué ha pasado?
- Mi mayor, Hans ha tenido un accidente con la Virgen 
y …… - John no esperó más, colgó y salió casi corriendo, subió a su carro y enrumbó 
hacia el Residencial ¿Un accidente con la Virgen? ¿Qué puede haber pasado? Si no 
fuera grave no me hubieran llamado a la Base, Ticha estaba en el Residencial ¿Entonces? 
- Mil y un pensamientos le cruzaron por la cabeza, pero no encontraba explicación 
¿Qué puede haber pasado 
Cuando llegó al Residencial encontró un corrillo 
cerca a la piscina, de momento no vio a Hans y eso lo preocupó más - ¿Qué están 
mirando? ¿Dónde está Hans? ¿Qué le ha pasado? - En su preocupación no se percató 
que las caras de los que rodeaban algo, o a alguien, no tenían cara de preocupación, 
algunos hasta sonreían. Vio a Hans parado, solo, como un reo, compungido pero indemne, 
le volvió el alma al cuerpo – Qué importa lo que haya pasado… escuchemos las novedades.
- ¿Qué ha pasado? - el Administrador y Hans salieron a su encuentro, John acercó 
a su hijo y le puso la mano sobre el hombro, se lo apretó suavemente y lo atrajo 
un poco hacia sí; el mensaje estaba dado, Hans se abrazó a su pierna. En ese momento 
apareció Ticha, la mamá de Hans, a la que se habían demorado en avisarle 
- Mi mayor, mire usted lo que ha pasado, Hans…

E. Hudtwalcker
“Hansito” no había tenido mejor idea que meterse a la gruta donde 
estaba la efigie de la Virgen Inmaculada ¿Para qué? no se sabe, se había apoyado 
en ella y esta se había caído de su pedestal. La estatua se había roto y la cabeza 
se había desprendido, entonces “Hansito” decidió que era buena oportunidad para 
practicar fútbol en los jardines que rodeaban la piscina…con la cabeza de la estatua. 
En esa inocente actividad fue sorprendido por una señora que casi desmaya. John 
escuchó la historia entre divertido y molesto - ¿Qué hago, lo muelo a cocachos, lo 
despellejo vivo?
- Gracias por llamarme, yo me encargo de conseguir otra 
imagen, por eso no se preocupe – el Administrador refunfuñó algo y el incidente 
quedó terminado. El grupo empezó a disgregarse, un par de señoras se santiguaron 
y el resto regresó a sus ocupaciones habituales, en tanto que los Gottfried se dirigían 
a su departamento, John, con su hijo cogido de su mano, y Ticha enfurruñada 
- ¿Y ahora, dónde conseguimos una Virgen Inmaculada? – preguntó John 
 
- No sé, a mí ni me preguntes, Hans hace lo que quiere y tú no le dices nada – Ticha 
estaba verdaderamente molesta
- No, no…esta vez lo voy a castigar como se 
merece…vas a ver – John dijo esto tratando de disimular la risa
- ¡Y todavía 
te ríes!..... A ver dónde vamos a encontrar una Virgen de ese tamaño  
Efectivamente 
fue imposible encontrar una estatua similar, recorrieron todas las casas de imaginería 
del norte sin resultado alguno, la única solución que encontraron fue un Fray Martín, 
ligeramente más grande, pero adecuada. Esa es la razón de porqué en el Residencial 
de Piura no está la imagen de la Virgen Inmaculada sino el negrito de la escoba.

En 
la foto el Mayor General FAP John Gottfried y su hijo Hans
Hans Gottfried ingresó a la Escuela de Oficiales de la FAP en 
1988, integrando la Promoción Comandante FAP Jorge Ramos Echevarría. Se graduó como 
oficial, en la especialidad de piloto de caza. 
El año 2015, a su solicitud, 
pasó a la Situación Militar de Retiro con el grado de comandante. 
	
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